domingo, 18 de diciembre de 2011

Horas de sobrevivencia en el Hospital Darío Contreras



  (Experimentamos: una crónica entre el rigor de los datos, los sentimientos de las periodistas, sus reflexiones y el periodismo ciudadano)


Por Carolina Glavis Peña y Milady Martell

Luego de una hora de camino llegamos a la entrada del hospital traumatológico Darío Contreras, fue increíble observar la cantidad de hombres, mujeres y niños que salían y entraban del hospital. Vimos como un ciudadano sacaba a un familiar cargado en su espalda por no tener una silla de ruedas; esta fue nuestra carta de presentación del hospital.

En la entrada había personas que caminaban de allá para acá; niños y adultos con ropas que delataban su origen humilde, rostros tristes y fundas en  las que llevaban comida a sus familiares, la desesperación se sentía en el ambiente.
Las atenciones del portero eran groseras, cuestión que causó en Juliana, una señora de unos cincuenta años, impotencia. Ella consolaba a sus nietos que no entendían l por qué si se sentían enfermos tenían  que esperar largo tiempo por médicos y enfermeras.
Fue una tarde larga; al entrar al hospital decidimos observar todo el recinto antes de presentarnos como estudiantes de término de comunicación social. Nos llamó la atención un tanque de basura colocado en la puerta de la sala de emergencias.  

Nos dirigimos al lugar donde están las personas internas, conversamos con el portero quien mantenía las puertas cerradas puesto que existía un horario para las visitas, aunque nunca se acercaba la hora para que quienes esperaban fuera del hospital visitaran a sus familiares, lo que  provocaba caos y desesperación.
De hecho, para entrar al hospital, tuvimos que convencer al portero de que íbamos a entregar algo.

Los pasillos del Darío Contreras estaban atestados de  camillas. En un solo pasadizo había cinco camas  y en cada habitación más de seis personas en camillas pequeñas. Junto a ellos sus familiares que no se separaban de su lado por temor a que ocurriese alguna eventualidad.

Respirar el olor que tenían los pasillos, a excremento humano, orina o basura, realmente no sabemos cómo definirlo, simplemente era insoportable. Si la enfermedad tiene un olor característico este se percibe en el Darío Contreras. 

En las personas se notaba el mal humor, la tristeza y el desconcierto… Fue demasiado triste ver las condiciones tan deprimentes en las que se da auxilio a personas accidentadas y enfermas.  

En los pasillos con poca pintura también había decenas de personas sentadas y tiradas en el suelo esperando  por atenciones. 

Solo hay 253 camas en el centro,  cantidad insuficiente para la gran demanda. Diariamente en la emergencia del Hospital son atendidos  entre 15 y 22 pacientes según el Departamento de Estadística.

En 2010 el personal médico atendió a 22,927, la mayoría entre 15 y 64 años, según los datos oficiales del hospital.

Nuestra mente se fue lejos y se llenó de mil preguntas. ¿Por qué no existen más centros traumatológicos gratuitos? ¿Por qué se ve tan deteriorado este centro de salud? Será porque no recibe lo necesario para permanecer en mejores condiciones físicas y con las herramientas básicas necesarias... 

Al salir del área de habitaciones nos dirigimos al espacio administrativo que se encontraba en mejor condición, hasta con aire acondicionado. Por un momento pensamos que salimos del horror y que reaparecimos en un lugar más digno.  Luego decidimos entrevistar a un doctor, pero nadie quería ser entrevistado.

Un médico que encontramos laborando en emergencia respondió a nuestras preguntas con la condición de que su nombre no fuese publicado. Él ha trabajado por más de 10 años en el Darío Contreras.  

Notamos que el doctor no quería profundizar en la realidad del hospital, pero insistimos con preguntas claves para obtener información.

Dijo que con un cambio en la administración el centro funcionaría mejor. Aseguró que el personal de salud  hace su mejor esfuerzo para atender a los pacientes.

El médico admitió el hedor y la suciedad en la que trabajan pero dijo que el desorden es culpa de la administración.

Explicó que al hospital son referidos muchos pacientes que no tienen seguro médico.  Nos habló de los traumas más frecuentes. La mayoría de enfermos llegan con golpes o lesiones de  piernas, brazos y cara, causados  por armas blancas, armas de fuego y accidentes de tránsito, que con frecuencia involucran a motocicletas.
La situación de los pacientes es tan desesperante como la de sus familiares, que en ocasiones llegan de las provincias y deben esperar largas horas para verles. 

Una hora después de nuestra llegada al hospital,  Xiomara, joven que viajó desde Azua para ver a su padre y a su hermano quienes se accidentaron en una motocicleta, permanecía en la puerta de entrada. Estalló en llantos descontrolados, y obtuvo la solidaridad de quienes presenciaron el episodio

Y qué decir de José y Toña quienes sin titubear se subieron en un florero, entraron la cabeza en una ventana del hospital y llamaron a quienes veían   en las  habitaciones. Ofrecían cien pesos a quien fuese a la tercera planta y le llevara la comida a su hijo  interno.

Cuando pensamos que todo había terminado los quejidos de una anciana llamaron nuestra atención, ¡el episodio era de no creer! El portero, no un experto en enfermería, la ayudaba  a sentarse en una silla de ruedas con un cartón de cojín, mientras la señora, adolorida, se lamentaba cada vez que el portero la agarraba.    

Pensamos que el hedor cedería en algún momento, pero no fue así  y a medida que pasaba el tiempo era más y más fuerte, al igual que las quejas y el clamor de los pacientes.

Tomando como referencia este centro de salud el sistema hospitalario de la Republica Dominicana debe ser revisado y debe ser con ¡URGENCIA!!

1 comentario:

  1. Me place leer este trabajo que realice conjuntamente con mi compañera Carolina, gracias maestra por su colaboración!
    estoy feliz!!!

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